La Asamblea de los Sueños

(Un capítulo del libro La Asamblea de los Sueños, cuentos del Rabino Zalman Schachter-Shalomi)

Un día, cuando el Rabino Hayim Elya entró en el Beit Midrash (1), no pudo evitar escuchar una acalorada discusión entre los Jasides del Rabino Zalman. La pregunta era: “¿Cuál es el auténtico propósito de orar?” El Rabino Shmuel Leib dijo: “El propósito de orar es reconocer nuestra Unidad con Dios”. El Rabino Feivel la Luz dijo: “El propósito de orar es sintonizar el cuerpo con el alma”. El Rabino Feivel el Oscuro dijo: “El propósito de orar es abrir el corazón y dejar que éste haga elogio de Dios”. El Rabino Sholom dijo: “Me parece que no has tenido en cuenta el propósito básico de orar, que es el de llegar a ser un sirviente de Dios. Y si no puedes ser un sirviente en primer lugar, no tienes derecho de ser ni maestro, ni amante, ni nada más”. Entonces el Rabino Hayim Elya dijo lo que él pensaba: “Se dice en el Sidur (2) que todo el propósito de orar es atraer bendiciones de arriba. Ya que sin atraer hacia abajo estas bendiciones, la oración no sirve de nada”. Entonces el Rabino Aharon se unió a la conversación y dijo: “El propósito de orar es llevar a cabo teshuvá (3), ya que sin teshuvá, ¿qué sentido tiene orar?”. 
         
De repente todos se callaron, ya que todos habían hablado; pero el Rabino Zalman no había dicho nada, y todos sabían que él entendía la oración mejor que nadie. Por lo tanto esperaron a que eligiera al rabino que mejor había reconocido su propósito, como si él fuera un juez en un Beit Din (4). Pero el Rabino Zalman no se refirió a esta cuestión. En cambio dijo: “Me gustaría que todos ustedes se uniesen a mí esta noche en un sueño”. Y con eso señaló que comenzasen las oraciones de la tarde, y no pronunció otra palabra al respecto.
         
Ahora los Jasides estaban bastante confundidos sobre la declaración del Rabino Zalman, ya que ¿cómo es posible unirse a otro dentro de un sueño? Entonces el Rabino Shmuel Leib se volvió a los demás y susurro: “He leído informes sobre ese tipo de cosas… cuando los rabinos se reunían en una asamblea de sueños. Pero eso ocurrió hace mucho tiempo y, en nuestra época, no se ha pedido semejante asamblea”. Y los demás le preguntaron si podía recordar cualquier detalle más que hubiese escuchado, tal como la manera de reunirse de ese modo. Pensó durante mucho tiempo y, finalmente, dijo: “Recuerdo que cuando oramos al irnos a la cama y llegamos a las palabras ‘Que nos acostemos en paz, Señor’, nos acostamos; y cuando llegamos a las palabras: ‘Ayúdame, dándome buen consejo’, debemos colocar nuestras cabezas en la almohada y escuchar; y cuando llegamos a las palabras: ‘Guarda nuestra salida y nuestra entrada’, debemos cerrar los ojos. Y si se hace cada uno de éstos en el momento adecuado, cuando el Shekhiná (5) se quita el velo, aquellos que se hayan unido en la oración serán unidos en un sueño”.
         
Los Jasides escucharon esas palabras justo cuando el Rabino Zalman empezó a cantar la primera oración. Y esa noche cada uno de los Jasides del Rabino Zalman, se acostó, puso su cabeza en la almohada y cerró los ojos justo cuando el Shekhiná se volvió para mirarse en el espejo, y esa noche se encontraron en un sueño.
         
En el sueño se encontraron en un huerto, que ninguno había visto antes. Todo lo relacionado con el huerto era extraño. La fruta de los árboles era extraña; tenía unas formas raras, se parecía más a gemas que a fruta. También era rara la luz del huerto; estaba iluminado como por la luz de un sol oculto. Y en esa luz encontraron que podían ver a grandes distancias, casi de una punta del mundo a otra. Los Jasides estaban muy confundidos al encontrarse allí, pero entonces el Rabino Shmuel Leib recordó que el Rabino Zalman les había dicho que se reuniesen en un sueño, y se dio cuenta de que tenían que estar soñando. Pero no dijo nada a los demás, por miedo de que si supieran que estaban soñando, podrían despertarse. En cambio dijo: “¿Lo habéis olvidado? El Rabino Zalman nos pidió que nos reuniésemos con él aquí”. Entonces los demás recordaron que les había dicho que se reuniesen, pero no recordaron que el lugar de la reunión era un sueño. Ya que sabían que debían estar allí, perdieron sus miedos y miraron por ahí para ver si estaba el Rabino Zalman.
         
Fue entonces cuando lo vieron. Estaba sentado debajo de un árbol en un rincón del huerto. Todos los Jasides se apresuraron para llegar y, en silencio, se pusieron en un círculo alrededor de él. Cuando todos estaban sentados, el Rabino Zalman levantó la vista. Y todos los Jasides notaron que no había duda de que era el Rabino Zalman, sin embargo se veía diferente. Parecía más joven y menos preocupado por el peso del mundo. Y en su cara había una maravillosa sonrisa.
         
Entonces el rabino Zalman dijo: “Traeros a todos aquí no ha sido una tarea fácil, mucho más difícil que encontrar una escalera que llegue desde la Tierra hasta el cielo y subirla. Pero ya que estamos aquí, hay algo de suma importancia que tenemos que lograr. Tenéis que saber que hay un gran misterio con respecto a la manera en que es posible que las oraciones asciendan al cielo. Tampoco es un asunto fácil. Las oraciones en sí no tienen alas. Tienen que ser llevadas a las alturas. ¿Y cómo se lleva a cabo? En las alas de una paloma, como está escrito: “Y envió una paloma”. Pero lo que no se sabe es que cada generación requiere su propia paloma que pueda llevar sus oraciones a las manos de Sandalfón, el ángel que teje esas oraciones en guirnaldas de oraciones que el Sagrado, bendito sea Él, lleva en su Trono de Gloria”.
         
“Tenéis que saber que en cada época se tiene que volver a crear la paloma. La primera paloma fue creada por Abraham sin ayuda de nadie. Pero con la excepción de Moisés, no hubo otro que creara la paloma solo hasta la época del Baal Shem Tov. (6) Incluso el Ari (7) requirió la asistencia de Hayim Vital (8) para poder hacer que existiera la paloma. En nuestra época no hay nadie que pueda llevar la paloma a la existencia a solas. Y por lo tanto la creación de la paloma es mucho más difícil. Se requiere una gran armonía y un esfuerzo que se tiene que compartir en perfecto equilibrio. Esta, entonces, es la razón por la que he pedido que hagamos esta asamblea aquí: para crear la paloma de las oraciones a fin de que nuestras oraciones también puedan subir en nuestra generación”.
         
Entonces el Rabino Zalman se puso de pie y los Jasides vieron una mirada en sus ojos que nunca antes habían visto, una determinación tan completa que una mera mirada a ellos hacía que uno se atrapara en ese poder sin tener otro deseo que no fuese participar en emprender esa difícil, mejor dicho, imposible tarea.
         
Entonces el Rabino Zalman miró al Rabino Feivel el Oscuro y dijo: “Tú, Feivel, debes crear los pies del ave para que pueda posarse bien en cualquier rama. Y se volvió a Feivel la Luz y le dijo: “Y tú Feivel, debes crear sus alas para que pueda elevarse a las alturas de Arabot, el cielo más elevado”. Entonces el rabino Zalman se volvió al Rabino Sholem y le dijo: “Tú Sholem, debes crear el cuerpo, y debe ser perfecto en todos los sentidos para que pueda sostenerse el equilibrio, no sólo en el mundo del hombre, sino también en el Otro Mundo”. Entonces miró al rabino Hayim Elya y dijo: “Tú, Hayim Elya, debes crear su pico. Ésta es la parte más pequeña, pero es la más importante, dado que la paloma tiene que transmitir nuestras oraciones con su pico. Y si el pico sale imperfecto de alguna manera, las oraciones se resbalarán de su agarre y se perderán”. Finalmente el Rabino Zalman se volvió al Rabino Shmuel Leib y le dijo: “Y tu, Shmuel Leib, debes crear su corazón, porque es el corazón el que proporciona el kavaná (9) sin el que la oración no tiene más sentido que un cuerpo sin aliento”.

Después de terminar de hablar, el Rabino Zalman se sentó debajo del árbol y cerró los ojos. Y justo antes de despertarse, la última cosa que cada uno recordaba fue escuchar el sonido de una paloma, y esa canción fue tan llena y tan madura y tan sagrada que su recuerdo les rondó durante el resto de sus vidas. Ya que cada vez que abrían el Sidur para rezar, oían el eco de la paloma. Y con esa canción haciendo eco en sus oídos, sabían, sin la más mínima duda, que sus oraciones estaban destinadas a subir hasta llegar a las alturas.     

 

                                         

(1) Una sala de estudios (literalmente, "Casa de Interpretación" o "Casa de Aprendizaje" en hebreo). Es algo distinto a una sinagoga.

(2) El libro de oraciones diarias de la religión judía, cuyo objetivo es introducir orden a los rezos.

(3) En el contexto de la literatura bíblica, la teshuvá se presenta como un prerrequisito fundamental del cual depende la salvación tanto colectiva como individual. Posee también el sentido de arrepentirse de los pecados propios de una forma profunda y sincera.

(4) Un tribunal rabínico compuesto de tres rabinos.

(5) Es la palabra en español para la traducción del hebreo que significa la gloria o resplandor de Dios, o la presencia de Dios.

(6) Israel Ben Eliezer (c. 1698 - 1760) también conocido como Baal Shem Tov fue un rabino judío considerado fundador del judaísmo jasídico.

(7) El Rabino Isaac Luria Ashkenazi (1534-1572), rabino y cabalista, está considerado como el pensador más profundo del misticismo judío de entre los más grandes y célebres, y el fundador de la escuela cabalística de Safed. Se le conoce también con el sobrenombre de Ari zal' hakadosh, el santo león, de bendecida memoria.

(8) De origen italiano, Hayim Vital (1543-1620) fue discípulo en Safed, Palestina de Moisés Cordovero y de Isaac Luria, Prácticamente todo lo que se conoce de la enseñanza de Luria es gracias a él pues este último sólo escribió de su mano un comentario al Sifra di Dzeniutha y unos cantos para el Sabat. La enseñanza que absorbió ha marcado la Cábala actual.

(9) Se puede entender esta palabra como tener devoción, intencionalidad de rezar o dirección del rezo.