Prefacio
 
 

Una vez formé parte de la Escuela que Gurdjieff había dejado, e incluso fui uno de los componentes del equipo internacional que había sido elegido para el evento residencial intensivo que fue llevado a cabo durante buena parte de 1968 en un primer (y quizás último) intento de reconstituir la situación que había sido interrumpida en el Prieuré a causa de la segunda guerra mundial. Sin embargo, para cuando poco después me puse en contacto con Idries Shah los herederos de Gurdjieff ya me habían desilusionado, y hoy en día mi desilusión sólo ha aumentado.


Diría que entre los maestros que había conocido en los años sesenta, el que más parecido tenía con Gurdjieff era Fritz Perls -que también enseñaba sobre la consciencia y fue magistral confrontando a la gente con sus propias falsedades, debilidades y toda clase de malos rollos. Mientras escribo a finales del milenio, puedo decir que reconozco en E.J. Gold a alguien no menos evocador de Gurdjieff. Ya que, aparte de ser un maestro de la consciencia y un maestro de la confrontación, E.J. ha interpretado el papel de Gurdjieff. Y es más, se las ha apañado para hacerlo de manera que ha ayudado a mucha gente, como a mí mismo, a profundizar en la comprensión de lo que Gurdjieff dijo, y al mismo tiempo parodiar a imitadores de Gurdjieff como los que típicamente surgen en la ortodoxia gurdjieffiana.

 

Gurdjieff estaba muy dotado en el arte de la charlatanería, y la palabrería que creó para hechizar a Ouspensky y a otros no se malgastó de manera que inspiró suficiente credibilidad como para que siguiéramos leyendo. Igual que Gurdjieff, Gold combina comprensión esotérica con charlatanería consciente, y tal y como fui paciente leyendo Los Relatos de Belcebú de Gurdjieff, normalmente respeto suficientemente la intención Gold como para ser paciente, normalmente para encontrar que dice cosas que pueden no ser literalmente ciertas, pero que actúan en nuestras mentes metafóricamente o de otra manera.

El punto de este libro es simple, pero importante: atraer la atención hacia la suma importancia de ser -aquí y ahora- conscientes de nuestras impresiones, nuestros procesos psicológicos y esencialmente de "nosotros mos". Más que un manual, puede que sea un extenso sermón sobre la suprema importancia de despertar: despertar al aparato psico-físico para que, con este apoyo, podamos conocer Quiénes somos verdaderamente.

¿Acaso, no necesitamos el estímulo?.

Berkeley, California,

3 de julio, 1999

Claudio Naranjo

 

 

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