El resultado de
investigaciones iniciales fue que constaté para mí mismo
la necesidad urgente de promover mi comprensión de los rituales
y su sub-estudio, lo que se llama la "magia". Con esto no me
refiero a la magia con la que todo el mundo está familiarizada,
como la escenotecnia o la brujería. Llegué a la conclusión
de que debía existir una magia más antigua y más
objetiva sobre la que aquellos con los oficios de vidente y espiritista
no sabían nada en absoluto.
Descubrí a través de la observación de compañeros
médiums que existían dos respuestas ampliamente divergentes
ante los resultados de haber roto las fuerzas separadoras entre los cosmos.
Junto con esto había constatado para mí mismo que sólo
se podría llamar magia objetiva cuando se describiera la operación
de leyes de un cosmos superior manifestándose en un cosmos inferior.
Separar correctamente esas dos susodichas respuestas a los resultados
de fuerzas superiores resultó ser sumamente difícil, porque
en esa época nadie se había preocupado en diferenciar entre
los fenómenos subjetivos y objetivos, y en cambio todos habían
sido clasificados sólo en relación con los resultados de
la vida ordinaria.
Por lo tanto no había una ciencia objetiva de los fenómenos
justamente porque los resultados y métodos eran completamente identificados
con las reacciones de la gente que de algún modo, normalmente de
manera mecánica y accidental, había conseguido aprovechar
estas fuerzas superiores para su propio beneficio o el de sus clientes.
Finalmente fui capaz de llegar a una comprensión categórica
funcional de los propios fenómenos objetivos, y decidí llamar
a esas tareas que requirieron la acción intencionada de los centros
superiores -esos centros que son propiamente los centros de sentir y pensar,
capaces de la sensibilidad emocional y de la mentación respectivamente,
pero que normalmente no se forman debido a la absorción de sus
impresiones legítimas por los falsos centros emocionales e intelectuales
de la psique- la magia objetiva, teniendo como resultado la consecución
de conocimientos reales.
Así, separé esta magia objetiva de su homóloga ordinaria,
"la magia de la psique", en la que se consiguen resultados puramente
absurdos, y donde los únicos logros son el auto-calmarse y la diversión.
En esta categoría coloqué antiguos empeños de
médium y vidente, así como esos resultados obtenidos a través
de la teosofía, el ocultismo, etc., todos, hasta ese momento, me
habían fascinado y habían atraído mi atención.
Había llegado al punto donde me di cuenta de que algo radicalmente
inesperado e importante para mi ser había estado oculto, intencionadamente
o no, detrás de todos los demás fenómenos que eran
asequibles en una búsqueda ordinaria hecha por aquellos individuos
que se llamaron a sí mos videntes y médiums.
Hasta ese momento, me había concentrado sólo en esas cosas
que servían a intereses personales y a esos intereses de
clientes absolutamente enloquecidos de diversión, siendo la mayoría
de ellos personas extremadamente ricas, que debido a su debilidad para
salirse con la suya todo el tiempo al ejercer su poder sobre los demás,
estaban correspondientemente aburridas. Sucedió, a través
de la comprensión de que todo lo que hacía para ellos en
esa época no servía a otro propósito que sacarles
momentáneamente de su aburrimiento y el resultante deseo de dejar
de ser sólo un medio más para el alivio de su aburrimiento,
que fui capaz de entrar en algo más profundo. Mi deseo de dejar
de funcionar sólo como una diversión más a corto
plazo para los ricos, me llevó a hacer una solemne promesa conmigo
mismo -la promesa de que a toda costa buscaría otra manera de usar
este don extraordinario metido dentro de mí obviamente no por mí
ni por propios esfuerzos, puesto que yo no había hecho nada
para descubrirlo o cultivarlo, los medios para psicometrizar los objetos
habían aparecido en mi de forma espontánea unos años
antes- consistiendo dicha promesa en lo siguiente: "Nunca vivir como
vivían los otros seres humanos, y descubrir, cueste lo que cueste
para mí, sea material o psíquicamente, el uso real y objetivo
de mi talento.
Al entender este talento especial, descubrí que había varios
factores subyacentes que, si se entendían por adelantado, harían
posible la total maestría de este método y de sus resultados
mucho más rápidamente que dominar una o dos de sus formas
externas cada vez. Esto había aprendido yo cuando entré
en un monasterio donde se enseñaron obligatoriamente ciertos
en los que uno aprendía las combinaciones de estas posturas en
en grupo de acuerdo con anotaciones específicas dejadas
por los maestros de su linaje de generaciones anteriores. Si hubiera sabido
de antemano que estas extrañas e incomprensibles posturas no fueron
nada más que el abecedario persa en formaciones de cuerpos humanos,
y que las danzas complicadas no fueron nada más que la ortografía
de los principales aforismos de sus enseñanzas letra por letra
y frase por frase, habría sido fácil dominarlos en uno o
dos días, aprendiendo simplemente el abecedario correspondiente
y ajustando las posturas de uno a la secuencia de letras de los aforismos,
con tal de que uno los tuviera disponibles en forma escrita, como de hecho
lo estaban, en tela que colgaba del techo alrededor del espacio de enseñanza,
y a la que los monjes podían referirse si se perdían por
donde iban en la secuencia de los . Al aprender esto, me vino
un sudor frío cuando reconocí que también debía
haber un factor subyacente detrás de todos los fenómenos
que en aquel entonces llamé la "ciencia ritual objetiva"
o la magia objetiva, experimentos que había estado realizando desde
que tenía once años, cuando gracias al accidente o a la
intención de otros seres de los cuales permanezco inconsciente
hasta el día de hoy, algo intervino en mi desarrollo que impedía
la formación de los centros ordinarios, permitiendo en cambio la
terminación automática de esos centros en la esencia, al
quitar todos los obstáculos de las impresiones, que cuando llegaron
a estos centros, se convirtieron en sustancias que finalmente cristalizaron
en mí, y por sí solas sin ayuda alguna de mi parte, formaron
conexiones los unos con los otros, lo que proporcionó la capacidad
de experimentar simultáneamente en todos los centros, y que a la
vez -otra vez sin acción o esfuerzo alguno de mi parte- me proporcionaron
los medios para realizar la mentación objetiva.
A través de estos mos medios, más tarde me llegó
a ser posible influir de una manera real en las formas del mundo y llamar
a algunos seres que ahora entiendo que son cuerpos superiores espiritualizados
y cristalizados de ciertos individuos que se han perfeccionado hasta el
nivel del sistema solar. También dominé toda clase de habilidades
raras que generalmente se piensan como ocultistas, como viajar a través
del tiempo y el espacio en el sentido de visitar mediante imágenes
-en muchos niveles de ser desde las primeras agonías de sufrimiento
del ser primordial hasta la lectura de la verdadera historia del planeta
Tierra, así como muchas historias no terrestres, sintonizándome
simultáneamente a los pensamientos objetivos que circulaban por
el espacio y el tiempo, popularmente llamado telepatía,
formas de pensamiento, leyendo auras y otras clases de resultados fenoménicos
que sucedían en los cosmos superiores y que parecen insólitos
a la comprensión y los sentidos ordinarios.
A través de todo esto, llegó a ser evidente que para poder
seguir, sería necesario destrozar completamente en mí mismo
todos los deseos e intereses ordinarios, incluso aquellos que se consideraron
altruistas. Esto, por su parte, me llevó a un examen despiadado
de todas las creencias existentes que se habían formado dentro
de mí sobre todo las que nunca había conocido y todo lo
que había deducido para mí mismo de fuentes de segunda y
tercera mano.
El resultado de este experimento sobre mí mismo fue extremadamente
aplastante. Durante muchos meses perdí interés en seguir
con vida, y conseguí aislarme totalmente de cualquier fenómeno
experimentado, por muy objetivo que pareciera en el momento. Total, perdí
contacto con el universo, conmigo mismo, incluso con la fuente de todos
los seres. Cómo permanecía con vida durante este periodo
es un terio para mí, porque no recuerdo nada de cualquier medida
llevada a cabo para mantener mi existencia personal o física. Puede
que pasara meses sin comer, beber o dormir.
Descubrí, durante este periodo de auto-examinación y purificación
despiadada de todas las creencias actuales existentes previamente grabadas
y cristalizadas, que muchas de las imágenes que habían estado
recibiendo de manera psicométrica no fueron nada más que
propios pensamientos y creencias, desencadenados por objetos y entornos.
Todos éstos tenían que ser erradicados antes de que pudiera
seguir con una búsqueda objetiva. Al mismo tiempo, encontré
las fuentes de imágenes astrales, visiones, formaciones de imágenes
etéreas, lecturas microscópicas del sistema nervioso y de
células del cuerpo humano, y otros fenómenos que fueron
aparentemente milagrosos cuando se vieron desde el punto de vista del
hombre ordinario.
De este modo, descubrí por total casualidad, que todos los estados
místicos, los trances y habilidades de los médiums, no sólo
los estados que yo había logrado, sino también los de todo
el mundo que había conocido siempre, no fueron más que histeria
accidentalmente inducida, incluso esas formas de visiones concretas asociadas
con la emoción y experiencia religiosa. Total, cada experiencia
de cosmos era una proyección desencadenada por una u otra cosa,
teniendo sólo una relación indirecta con la realidad.
En este momento, no podía considerar como establecida o cierta
la existencia de la Magia Objetiva, porque no tenía datos objetivos
fiables en los que basar tal clase de conclusión. Me vi obligado
a dejar a un lado cualquier conclusión y seguir simplemente con
la clara posibilidad de que pudiera no haber nada incluso remotamente
objetivo sobre cualquier cosa más allá de la realidad ordinaria.
Además, para poder hacer una búsqueda objetiva e imparcial
de la magia objetiva, estaba obligado a considerar cualquiera de los resultados
como una conclusión aceptable. También fue necesario destruir
dentro de mí mismo cualquier vestigio de prejuicio respecto al
desenlace. Finalmente, estaba satisfecho, al menos por el momento, de
haber llegado al estado de imparcialidad necesaria.
Llegué a reconocer que el método de abrir los terios
se relacionó con psicometrizar los objetos sagrados -los santuarios,
las reliquias, los sepulcros y los monumentos- algo que podría
continuar siendo el medio más útil y eficaz para alcanzar
el objetivo que ya me había propuesto -el de perfeccionarme al
nivel más alto posible más allá de la perfección
proveída por la propia naturaleza, y que incluso este propósito
podría cambiarse a medida que se extendiera mi comprensión.
Mi ortodoxia fue sacudida por la necesidad de perseguir este camino para
abrir los secretos contenidos en varias reliquias y además lograrlo
sólo mediante la psicometría. Me dio miedo al descubrir
que esta forma de búsqueda y los medios para lograr tal clase de
propósito se vieron como algo inequívocamente malévolo.
La superstición rodeaba la búsqueda, el método y
los propios objetos, algunos de los cuales no eran asequibles mediante
los medios ordinarios debido a las creencias de aquellos que ocupaban
los puestos de guardianes. Total, no sólo se necesitaban métodos
extraordinarios para aproximarse siquiera a estas fuentes de conocimiento,
sino que se requería que nos mantuviéramos en total secreto
yo y cualquiera asociado conmigo en la búsqueda, de lo contrario
podrían ocurrir resultados desafortunados.
Me resultaba obvio entonces que se podría suscitar algo que fuera
más allá de los estados místicos y fenómenos
psíquicos que dependían de los estados emocionales agudos
si se pudiera separar los efectos del ticismo acumulado a lo largo
de los milenios pasados.
Al mismo tiempo, entendí que todas las manifestaciones de la magia,
ya sean subjetivas u objetivas, siempre están asociadas con poderes
de emoción aumentados y escalas profundamente ampliadas de pensamiento
y percepción, y en cualquier caso no pueden ocurrir sin su suscitación
simultánea, ya sea natural o artificialmente.
Entendí que todas las religiones, sin importar cuál fuese
su configuración actual, habían tenido en su comienzo la
misma causa fundadora y factor subyacente -proviniendo todas de una fuente
que se ha mantenido oculta, pero que emite periódicamente los medios
para la formación de nuevas religiones en la medida que se hagan
necesarias para la vida exterior de la gente y que sirvan como un factor
de guía en la época correspondiente de la historia.
Aunque los "factores asistenciales" -el incienso, los perfumes,
aceites y polvos- sean perpetuados por las religiones existentes, el uso
de las sustancias activas que sirven para circunvalar el centro emocional
y el del pensamiento falsos ha sido reprimido. Me resultó muy claro
que para poder elevar los centros sin emociones falsas, sería necesario
aprovechar ciertas sustancias altamente despreciables y aterradoras para
el hombre moderno, aunque las sustancias para sumergir las impresiones
reales y objetivas y la activación del centro de mentación
son aprobadas por él- sólo por razones médicas- y
de esta susodicha farmacología aprobada, ya toman casi todos los
seres humanos contemporáneos que existen en occidente sin entender
que éstas son drogas. Al aceptar que estas sustancias asistenciales
eran necesarias para mi propósito, decidí mantener en secreto
en la medida de lo posible tal clase de actividades.
Había leído en un sitio u otro sobre una bebida sagrada
que se usaba en los terios Eleusinos -y también sabía
de la aspiración de un humo especial que se usaba en los terios
Délficos. Para mí, el uso de estas sustancias se convirtió
en algo primordial para elucidar personalmente. Para este propósito
fue imposible preguntarle a alguien más sobre la naturaleza subjetiva
u objetiva de sus propias conclusiones, justo porque yo no tenía
manera de determinar imparcialmente sus poderes de objetividad reales
respecto a los experimentos llevados a cabo por ellos mos sobre sí
mos. Total, llegó a ser necesario llevar a cabo la antiguamente
respetada costumbre de realizar experimentos sobre uno mismo como el único
candidato disponible que podría ser tanto subjetivo como objetivo
y sobre cuyo testimonio yo podría determinar la fiabilidad concreta.
Es decir, estaba, como resultado de la necesidad suscitada por este propósito
de llevar a cabo la auto-experimentación tanto subjetiva como objetiva,
obligado a exterminar en mí mismo toda tendencia a mentirme sobre
cualquier cosa en absoluto.
Esto no me causó el sufrimiento esperado. Fue mucho más
importante resolver de una vez y por todas algunos resultados concluyentes
de mi búsqueda alocada.
Para poder acabar con ella, decidí sufrir cualquier inconveniente,
y me prometí que cuando se acabara, volvería a mi antigua
vida de reposo e ignorancia si todavía la deseara.
Respecto a esta promesa, exigí de mi totalmente enojado yo, y sin
pensar en el futuro uso de estos poderes para la auto-diversión
o el engrandecimiento personal, el pago de eliminar también por
completo todos los rastros, por minuciosos que fuesen, de la tendencia
a inventar excusas para propias acciones y para inventar eventos históricos
igualmente absurdos que me demostraron a mí y a cualquiera que
estuviera siquiera interesado pasivamente, que yo no era el tonto que
me parecía a primera vista.
En primer lugar, se hizo necesario descubrir las sustancias activas exactas
usadas por los antiguos, sabiendo con toda probabilidad que estas mas
sustancias serían las únicas que abrirían los secretos,
dado que eran las mas que se usaban para grabarlos dentro de las reliquias
para empezar.
No sólo era necesario clasificar estas sustancias asistenciales
de acuerdo con el estado concreto inducido, sino también asociarlas
con el santuario, la reliquia o el monumento exacto con el que cada una
había sido utilizada.
Para entonces era consciente de las propiedades de varias sustancias usadas
por los antiguos, extraídas de la adormidera, la belladona, la
datura stramonium y el cannabis; sus aplicaciones en general, sus dosis
y la capacidad del cuerpo ante su ingestión o la ingestión
de sus humos.
Los usos de estas sustancias en la magia antigua y moderna y en la alquimia
son fáciles de averiguar, ya que no ha sido oculto su uso, los
escritos de los diversos experimentadores normalmente llegan a estar disponibles
sólo después del cese de su forma planetaria. No me queda
la más mínima duda acerca de la sabiduría de este
camino, habiendo presenciado ya respuestas a la publicación de
tales datos.
Afortunadamente, en esa época decidí por un impulso que
procedía de mí mismo por causas desconocidas, ya sean subjetivas
u objetivas, emprender un viaje sólo para llegar a conocer las
necesidades de supervivencia en zonas aisladas, y también no casualmente,
para fortalecer recursos interiores en situaciones peligrosas.
Por supuesto sabía que la gimnasia, los asanas, bailes y
sagrados podrían dar efectos semejantes a los inducidos por los
alcaloides; pero éstos a veces requerían más tiempo,
y los mos resultados podrían ser obtenidos normalmente -pero
no siempre- por el uso correcto y cuidadoso de sustancias activas.
En primeros experimentos con las sustancias tóxicas, hice para
mí mismo tres condiciones concretas; primero, que aprenda si existe
o no la magia objetiva. Segundo, que determine si la magia objetiva puede
existir independientemente de la subjetividad. Tercero, que descubra un
método de llevar a cabo o despertar las susodichas condiciones
objetivas sin rastro de asociaciones sentimentales. Estos experimentos
iniciales me demostraron claramente la casi imposibilidad de tal serie
de propósitos
El rápido cambio a las nuevas formas completamente imprevistas
me pilló completamente por sorpresa, y antes de que pudiera pararme
ofrecí resistencia al flujo y me encontré agarrado al sufrimiento
de estas nuevas, para mí, sensaciones.
Esto siguió asediándome durante casi un año. Al inicio
había entendido que era imposible realizar tales experimentos con
demasiada frecuencia debido a sus efectos sobre los sistemas nerviosos
y al condicionamiento automático resultante, si uno lo probaba
más a menudo.
No sólo encontré dificultades inherentes en el uso de estas
sustancias, sino que junto con éstas se presentó el problema
de que no tenía el lenguaje para expresar incluso para mí
mismo lo que había aprendido.
Junto con eso, todavía no había aprendido a aplicar estas
sustancias al trabajo con las reliquias. Sólo más tarde
fui capaz de realizar estos experimentos con el pleno impacto de la vista
pública sin revelar a nadie lo que tramaba.
Al margen de todo esto, la sensación de separación que había
entendido que sucede a la mayoría de la gente no me sucedía
en absoluto. En cambio, experimenté una sensación como si
me creciera hacia dentro, como si todo lo que yo era, se hubiese convertido
en un único punto, manifestándome en el estado más
recogido posible. Noté que aquellos que estaban conmigo -en las
ocasiones cuando me involucré con otros durante tales experimentos-
a veces fueron incapaces de recordar sus experiencias, mientras que yo,
por contra, no fui capaz de olvidar, incluso esas cosas a las que hubiese
preferido dejar que escapasen completamente en el olvido, siquiera sólo
para el beneficio de mi tranquilidad y paz interior.
A través de estos experimentos, me encontré dentro de una
comunidad interior especial bastante invisible para la gente ordinaria.
Debido a mi nueva conexión con este círculo de humanidad
interior, encontré un mundo que marcha en una dirección
totalmente diferente a la del mundo conocido para el hombre ordinario.
En estos experimentos iniciales, estaba obligado a aprender que los resultados
podrían ser totalmente inesperados. Después de algunas de
estas experiencias, se hizo evidente para mí que bajo ninguna circunstancia
debería entrar en estos estados con cualquier expectativa en absoluto,
ni limitar percepciones a lo conocido o lo aceptable. Tenía
que renunciar a cualquier límite, ya sea emocional, perceptivo
o conocible que yo hubiera formado en mí o que se hubiera formado
en mí accidentalmente a través de experiencias anteriores.
Reconocí rápidamente que se podría usar cualquier
choque objetivo al sistema, con tal de que éste fuese lo suficientemente
seguro como para parar antes -y en algunos casos justo antes- del total
trastorno de la fuerza vital del cuerpo.
Jugueteé con intercambiar los fenómenos objetivos y los
subjetivos. Encontré que a voluntad podría ver como real
el astral, el causal o la realidad material, arreglando las otras dos
realidades a las invenciones de pensamientos superiores -una ficción
en la que podía sumergirme si lo deseaba.
Para poder crear y mantener estos mundos era necesario cristalizar los
pensamientos en formaciones estables desde lo simple hasta lo complejo.
Esto sólo se podría lograr organizando en relación
una con otra todas las concentraciones de fuerza vital, cada una de las
cuales había sido obligada a mantenerse en su lugar como un simple
ciclo repetitivo.
La idea importante para mi comprensión en ese momento no era la
relación exacta entre un cosmos y otro, sino que ahora percibí
directamente que todo lo que contenía el universo estaba directamente
conectado, y que además, estas formas estaban todas conectadas
justo porque eran uno y lo mismo, repetidas para proporcionar la ilusión
de complejidad. Cuando uno es presentado con tal multiplicidad de imágenes,
uno puede infundirles diferencias suficientes como para decepcionarse
a sí mismo por completo, incluso aunque detrás de todo uno
sabe y entiende la verdad.
Durante estos momentos, sabía objetivamente sin duda alguna que
estas experiencias eran reales, y que la realidad de siempre en la que
vivía día tras día era falsa. Decidí recordarme
a mí mismo, y saber siempre y en cada situación que comparada
con esa realidad, la realidad ordinaria es un sueño.
Cuando tuve un compañero o compañeros en estos experimentos,
encontramos que no podíamos comunicar verbalmente en estos espacios.
Entre palabras uno podría pasar el tiempo de una vida. Me di cuenta
de que cada palabra y cada forma, por su parte, había sido el centro
de la creación; era casi imposible apartarse del poder magnético
de esa palabra que emanaba hacia otro cosmos en el que otra palabra era
el Solar Absoluto. Cada viaje me parecía una eternidad, más
allá de la cual no existía nada. Me sorprendía, pues,
al ver aparecer repentinamente otra palabra y al mismo tiempo ver toda
una nueva serie de cosmos extenderse de ella para apoyarla; para hacerla
real; para darle cuerpo y forma hasta la infinidad -la cual, a propósito,
podía percibir claramente a poca distancia . . .
Otro efecto igualmente potente del uso de estas sustancias, era que yo
podía cambiar el flujo del tiempo a voluntad. Pronto, el conocimiento
que provino de estas experiencias no era suficiente. Total, entendí
rápidamente que el conocimiento de la experiencia es subjetivo
e imaginario. Sucedió en conexión con mi tercer viaje que
encontré el abismo de la infinidad. Todo, en cuanto se formaba,
fluía hacia la infinidad en la que se transformaba en el vacío
y se reformaba como una nueva formación, que, por su parte, era
tragada instantáneamente.
Sentí terror instantáneamente, y me levanté de un
salto sintiendo a la vez que caminar me sería imposible, ya que
no había nada en que apoyarme. El abismo se retiró con un
sonido de risitas, que me preguntase quién estaba detrás
de todas las realidades.
Llegué a darme cuenta de que sería imposible moverme más
allá de mi comprensión actual sin cruzar ese abismo, así
que decidí permitir que me tirase a través de él
hacia el otro lado. Cada resurrección requería una nueva
muerte.
Volviendo a través del ya conocido mundo de las tríadas,
que en su absoluta simplicidad constituyen todas las formas de la complejidad,
descubrí colocados dentro del sueño de la vida ordinaria
ciertos "monumentos" que ahora por primera vez podía
ver con bastante claridad, los cuales sabía que tendría
que visitar para poder obtener de ellos el conocimiento que había
sido colocado en el mundo cristalizado para ponerlo a buen recaudo.
Fue de esta manera que constaté para mí mismo que en el
mundo había formas que eran "Poseedoras de Conocimiento"
que se podían aprovechar intencionadamente, sólo si supiera
cómo soltarlas. Pero también sabía que éstas
no fueron recordadas por las civilizaciones modernas, y que para poder
localizarlas y leerlas, era necesario conseguir de algún modo un
mapa del antiguo mundo que contuviera una descripción y ubicación
exacta de los monumentos, reliquias y santuarios antiguamente existentes.
Podía sentir el estado de ánimo de los antiguos objetos
en particular, y fue mediante este estado que encontré, accidentalmente
o a través de la intervención de fuerzas superiores, -espero
que fuesen superiores- un antiguo monumento. A través de este monumento
al que accidentalmente puse una espita mediante el uso de ciertas sustancias
activas en combinación con unas palabras de la antigüedad,
aprendí el secreto de la relación entre las dos grandes
leyes cósmicas.
El impacto emocional de recibir datos de unos objetos que eran en sí
seres conscientes fue enorme sobre mi propia presencia. Era como si yo
nunca hubiera existido excepto para percibir y apreciar en su estado absoluto
todo sobre ellos.
En ese mismo momento, encontré dentro de mi propia forma muchos
entes independientes, cada uno con su propia vida, pensamientos, actitudes
y necesidades, y con los cuales me llegó a ser posible comunicar,
aunque no de la manera conversacional ordinaria.
También vi mediante de este gigantesco dolmen una forma geométrica
enterrada profundamente en él, que formaba una esfera con nueve
planos que la intersectaban en intervalos. Estos planos se desplegaban
continuamente los unos sobre los otros y sobre ellos mos, creando el
efecto de un loto colapsándose hacia dentro sobre sí mismo.
Enseguida entendí que ésta era la forma del mundo vivo,
y si de algún modo yo penetrara prematuramente más allá
de esta formación, esto causaría mi aniquilación
igual que la causaría mi absorción dentro de la infinidad.
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