El Calentamiento del Alma

Unos extractos de este muy potente taller

De repente, reconocemos que este objeto, debido a que es el objeto de la totalidad de nuestra recogida y concentrada atención, es ahora, en realidad, la suma total de toda nuestra atención, de la cual somos la fuente . . . y que ahora estamos mirando una encarnación viviente de nuestra propia atención.

Esta sustancia de barro, cuando se infunde con toda nuestra atención, se llama el alma, que esperamos ayudar a crecer, a evolucionar y a infundirle vida.

Justo ahora, parece estar desanimado, sin vida, sólo barro. En este momento sería oportuno, ya que sucede que lo estamos cogiendo con nuestras manos frente a nosotros y que lo podemos ver con bastante facilidad, alimentarlo, nutrirlo, darle sustento.

Imaginémonos precisamente eso. Pensaremos en nada más que proporcionarle nutrición, con nuestra fuerza de vida.

Descubriremos que sugerirán en nosotros obstáculos a este esfuerzo; pero podemos apartarlos con el Tai Chi mental o el Jiu-Jitsu emocional. Las consideraciones no deben interferir.

Sucede con poca frecuencia que tenemos una oportunidad para llevar a cabo este trabajo de calentamiento del alma. Durante toda nuestra vida, puede que nunca más tengamos otra oportunidad. Por lo tanto debemos usar esta oportunidad ahora para ayudar a crecer nuestro alma, primero calentándola.

El alma está fría. Lleva mucho tiempo sin sustento. Nos imaginamos estudiándola como estudiaríamos a un/a amante, es decir, nuestra atención está completamente arraigada. Parece que no podemos sacar nuestra atención del alma, ni siquiera por un instante.

Usaremos cada respiro para infundirle vida. Nuestra atención no debe desviarse o descarriarse.

Nuestros sentimientos hacia este alma son muy importantes. Se calentará según sea nuestro amor . . . nuestra adoración . . . devoción . . . nuestro fulgor hacia ella.

Calentamos el alma, prendiéndonos fuego a nosotros, un fuego profundo, lento, alquímico, alimentando al alma con nuestra propia y preciosa fuerza de vida.

Somos consumidos en este proceso; pero no nos estamos considerando por un momento. El crecimiento del alma requiere el sacrificio humano. Debemos dejar que nos consuma. Somos el albumen; sacrificamos nuestras vidas para que nuestra amada pueda vivir.

No lo hacemos totalmente por razones altruistas. Si hemos estudiado, sabremos entonces el beneficio para nosotros. Sin este proceso, sabemos que estaremos muertos mucho antes de que muramos.